Jabón leche de burra

Sus cortesanas la bañan en leche de burra y miel. Después de ungirla en zumos de jazmines, lirios y madreselvas, depositan su cuerpo desnudo en almohadones de seda rellenos de plumas. Sobre sus párpados cerrados, hay finas rodajas de áloe. En la cara y el cuello, huevos de avestruz y cera de abejas. Cuando despierta de la siesta, ya hay luna en el cielo.

Las cortesanas impregnan de rosas sus manos y perfuman sus pies con elixires de almendras y flores de azahar. Sus axilas exhalan fragancias de limón y de canela, y los dátiles del desierto dan aroma a su cabellera, brillante de aceite de nuez. Y llega el turno del maquillaje. Polvo de escarabajos colorea sus mejillas y sus labios. Polvo de antimonio dibuja sus cejas.

El lapislázuli y la malaquita pintan un antifaz de sombras azules y sombras verdes en torno de sus ojos. La última faraona, la que no fue tan bella como dicen, la que fue mejor reina de lo que dicen, la que hablaba varias lenguas y entendía de economía y otros misterios masculinos, la que deslumbró a Roma…(Texto: Eduardo Galeano)

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